México necesita tener mejores estándares de ciberseguridad, controles técnicos y fomentar el desarrollo de un mercado en la materia ante la creciente ola de ataques cibernéticos que se viven en Latinoamérica, asegura un nuevo estudio realizado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Explica que si bien el país ha mostrado avances en temas de ciberseguridad y en temas como cultura y capacitación con respecto a los países de Centroamérica, es necesario incrementar las medidas que tengan como fin aminorar los ataques a empresas y gobiernos.
“México no cuenta con una ley dedicada al delito cibernético, pero el artículo 211 del Código Penal prevé el delito informático. Sin embargo, estas disposiciones son limitadas y dejan varias lagunas, lo que dificulta la lucha contra el cibercrimen”, indica el estudio titulado “Ciberseguridad, riesgos, avances y el camino a seguir en América Latina”.
Destaca que el país es de los pocos en la región que cuenta con una política de ciberseguridad y cuenta con una mayor madurez en temas de capacitación y cultura sobre la materia.
“Con el cibercrimen como una preocupación creciente, las organizaciones mexicanas que conducen proyectos de transformación digital han observado que grupos de interés con responsabilidades en la toma de decisiones y han incluido personal de seguridad y privacidad en 96 por ciento y 44 por ciento de los casos, respectivamente”, enfatiza.
Pese a ello, advierte que las autoridades del país “deberían centrarse en mejorar el despliegue de estándares de seguridad cibernética y controles técnicos, así como fomentar el desarrollo de un mercado de ciberseguridad”.
Tras la pandemia, seguirán riesgos de ciberataques
El estudio de la OEA y el BID señala que la pandemia que ha ocasionado el Covid-19 ha acentuado la gran dependencia por contar con una infraestructura digital que aminore los riesgos de ciberataques. Si bien esta crisis ha expuesto las deficiencias estructurales de la sociedad en temas como salud, economía, empleo y educación, también ha resaltado el papel “catalizador”.
A raíz del confinamiento, detalla, se ha experimentado una transformación digital prevista para los siguientes tres años, e incluso en el entorno más disyuntivo de la pandemia, el internet ha permitido a las empresas seguir con sus operaciones.
Como resultado de esta transición, abunda, “ha sido un extraordinario aumento de la superficie de ataque cibernético, en el contexto de un ecosistema digital de vulnerabilidades… Los datos disponibles respaldan estas preocupaciones; se estima que los daños por delitos cibernéticos alcanzarán los 6 billones de dólares para 2021”.
Así, una vez concluya la pandemia de Covid-19 “seguirán sucediéndose acontecimientos que exigirán un uso intensivo de las tecnologías digitales para que el mundo pueda seguir operando. Por lo tanto, el reto de proteger nuestro espacio digital continuará creciendo”.